COMPLACER A TODO EL MUNDO: QUERER QUE LLUEVA HACIA ARRIBA

Nunca llueve a gusto de todos, esto es una verdad que todos conocemos. Al igual que en la fábula de “El padre, el hijo y el burro»  nos dejamos llevar a diario por la complacencia hacia los demás. Desde que nos levantamos, al elegir la ropa que nos ponemos, pasando por el trabajo, negociando, al transportarnos, al elegir qué tipo de transporte utilizar, más o menos contaminante, más o menos llamativo, también al elegir las fotos o artículos que publicamos en nuestras redes sociales, etc en todas estas situaciones siempre aparece esa voz que algunos psicólogos acuñaron “super-yo” que hace que te preguntes “¿En serio te vas a poner eso con la edad que tienes?” “¿De verdad propondrás eso estando tu jefe delante?” “¿Realmente te sientes tan guap@ como para subir ese selfie?” y entonces cedemos, y casi sin darnos cuenta este condicionante va influyendo a lo largo de nuestra vida.

Pero, ¿qué explicación podemos darle a este hecho? Pues desde el punto de vista del psicoanálisis esta voz que antes comentábamos llamada “super-yo” no es ni más ni menos la imagen de nosotros mismos que percibimos como ideal ¡ojo!, no es que la elijamos, ni siquiera debe de gustarnos, es aquella que tras años de convivencia con nuestros padres o cuidadores nuestra mente en los primeros años concibe como la “correcta”. Dicho de otro modo, el cómo quisieron educarnos es este “super-yo” y va a condicionar el modo en cómo vemos las cosas, el atrevernos o no a tomar diferentes decisiones, siempre acorde a esta imagen creada (o no, si sabemos descubrirlas). Todo aquello que percibimos “con autoridad” tiene su génesis en la infancia, por ejemplo, una persona que haya recibido una educación muy severa probablemente tendrá una personalidad estable pero muy poco atrevida, probablemente sea bueno en su trabajo pero nunca llegue a destacar por miedo a tomar decisiones arriesgadas, en contraparte, una persona cuyos padres han sido más permisivos será una persona más volátil pero también con menos miedo, por lo tanto más propensa a aprovechar las oportunidades y ha hacer lo que realmente quiere.

Super-yo vs. Yo-mismo

¿Todo está condicionado a la educación que he recibido?¿No puedo hacer nada?

Por supuesto, todos podemos hacer algo para realmente tomar las decisiones que queremos o disfrutamos. El cómo es algo sencillo pero que requiere de mucha atención y práctica por nuestra parte. Te recomiendo el siguiente ejercicio:

Cuando tengas ese diálogo interno contigo mismo en el que dudas entre hacer algo que realmente quieres o no por algún tipo de miedo, o cuando sientas que estás cediendo ante algo por complacencia haz que salte una alarma interna, que es la te te avisará de que el “super-yo” está actuando sobre ti y tus preferencias. Una vez detectada la situación valora desde tu punto de vista real qué decisión tomar y una vez listo realiza los actos que has elegido sin los esquemas preestablecidos por tu “super-yo”, siéntete sin miedo y con libertad al hacerlos y elimina la culpa, ya que es mejor actuar como realmente eres que como algo falso y esquemático.

Esta voz malintencionada siempre va a estar acompañándonos, ya que una vez que crecemos, ya no debería existir temor alguno hacia ningún otro ser humano, pero lo cierto es que transferimos esta autoridad percibida de nuestros progenitores a otra figuras cotidianas como el jefe, los amigos, los seguidores, etc. Depende de ti mismo el buscar el valor dentro de ti para tomar todas aquellas decisiones que son importantes para ti a lo largo de la vida.

El querer que llueva a gusto de todos es ingenuo e infantil y es un rasgo típico de inmadurez, ¿que quieres tú realmente? Percibo cada vez a más gente sin respuesta a esta pregunta o peor aún, con una respuesta prestada de algún líder de opinión o famoso influenciador, elegida para poder mojarse con argumentos más o menos lógicos. Te propongo la opción de elegir lo que tu eres, que puede ser algo más feo o más bonito, más alto o más bajo, decisiones que pueden llevar a mejor o peor puerto, y que en todo caso da miedo escoger, pero es TUYA, y por eso es maravillosa. Y si te afecta lo que digan los demás vuelve a echar un vistazo al penúltimo párrafo de este artículo.